jueves, 19 de febrero de 2009

“PREVENCIÓN DEL ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR” “UNA MIRADA MÁS ABARCATIVA”

Partiendo de los relatos presentados en las últimas Jornadas de Ginecología infanto juvenil, organizadas por la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto Juvenil y la Asociación de Obstetricia y Ginecología de Santa Fe, realizado en mayo del 2006. Donde se concluyó -según estadísticas nacionales- que una de cada 5 mujeres y uno de cada 11 varones de la población total, presentan en su historia personal algún tipo de abuso sexual. Que el mismo no es excluyente de las familias carecientes y que los casos de abuso son más frecuentes en forma intrafamiliar, de manera que padre y padrastro figuran en primer lugar, coincidiendo esto con la bibliografía internacional. Podríamos empezar preguntándonos: ¿Qué es lo que hace sostener esta situación en el tiempo? y por qué a pesar de que se conoce lo que sucede, lo perjudicial y devastador que es esto para la victima tanto física como psicológica, no se logra disminuir los casos o, ¿Cómo una utopía? erradicarlo.

Tratar el tema no es nada sencillo porque vivimos de una u otra forma en un sistema abusivo y el abuso sexual, no es la excepción a esto. “La ley del silencio” sigue como un fantasma sosteniendo una vez más la frase “de eso no se habla”. Este silencio es lo que hace que, a menudo, el agresor reciba un mensaje de consentimiento tácito que puede interpretar como aprobación, que tiende a afianzarle en su actitud y le invita a continuarla o incluso incrementarla.

Esto, más la falta de campañas de información y del fracaso de las teorías de abordajes tanto unifactoriales como multifactoriales, para la victima del abuso sexual, como para el abusador, nos hace reflexionar la necesidad de un trabajo coordinado e interdisciplinario. Más ahora considerando que en la actualidad encontramos una gran cantidad de literatura psicológica y médica-psiquiátrica que documenta la existencia de un comportamiento sexual compulsivo con todas las características de la adicción sexual como un trastorno. Debiéndose aclarar que no todos los abusadores sexuales son adictos sexuales, ni todos los adictos sexuales son abusadores, pero dado que según estadísticas recientes nos dicen que el 44,3% de los delincuentes sexuales se podrían incluir dentro del ciclo adictivo propio de los adictos sexuales, sería entonces necesario considerar a estos en el amplio espectro de abusadores sexuales.

Como consecuencia de ello, en los países del primer mundo, se observa en el abordaje de su estudio, un esfuerzo de tipo interdisciplinario entre la clínica médica, la psicología, la psiquiatría, la medicina de adicciones, la medicina de traumas, la sexología, y todos aquellos servicios que colaboran con la justicia, apuntando al entendimiento de esta patología para incluirla en programas de prevención social, tanto para el tratamiento en abuso sexual infantil, acoso sexual, violación, prostitución y sexo anónimo.

Pero como se dijo, esto solamente se esta haciendo en países del primer mundo. Aquí aún nos encontramos en los albores del entendimiento de que es una adicción sexual.

El presente trabajo tiene como objetivo introducir el tema incluyéndolo en la dinámica relacional abusiva, apuntando así a la prevención del abuso sexual intrafamiliar desde una mirada más abarcativa, fomentando así tratamientos no solo para la victima, sino también para el agresor sexual.


DESARROLLO

Modelos explicativos del abuso sexual infantil[1]

A pesar de las limitaciones y lagunas existentes en cada uno de los modelos, la literatura disponible describe los siguientes modelos que podrían clasificarse en aquellos que lo explican en razón de un factor único (unifactoriales) o las que lo plantean por la asociación de varios factores (multifactoriales).

Modelos unifactoriales

· Modelos biológicos

· Modelos psiquiátricos

· Modelos feministas

· Modelos cognitivos /conductuales

· Modelo sistémico

Modelos multifactoriales

· Modelo multisistémico

· Modelo cuadripartido

Entre los primeros se encuentra el modelo biológico, que plantea como principal causa del abuso la excitación sexual desviada. Según esta teoría, los abusadores experimentan mayor excitación sexual ante estímulos relacionados con niños/ as que con adultos. Este modelo también incluye las investigaciones, sobre las modificaciones de los niveles hormonales (específicamente de la testosterona, hormona masculina), que aparecen en la sangre y que se relacionaría con la probabilidad de agresiones sexuales.

Los modelos psiquiátricos tienden a focalizar en las características patológicas del ofensor las causas del abuso- Muchas de estas teorías ponen énfasis en los conflictos y traumas de la infancia no resueltos del ofensor.

En los modelos feministas, se plantea que el abuso sexual está causado por la diferencia de poder que existe en las familias patriarcales tradicionales. Sostiene que este desequilibrio de poder es el que conduce a que el esposo domine a la esposa y el padre a los hijos. La teoría feminista plantea que el hombre percibe a los miembros de la familia como posesiones que puede utilizar según su deseo. Además, el abuso sexual infantil es visto como un proceso por el cual el sexo se convierte en un acto de agresión que los hombres utilizan para mantener su masculinidad y poder.

Los modelos cognitivos/conductuales: Existen muchas teorías que se encuadran dentro de este modelo, que explica el abuso sexual por la conducta del agresor. Inicialmente se pensaba que el abuso sexual infantil tenía como causa y era mantenido por preferencias sexuales inapropiadas del adulto. Más recientemente este planteamiento se amplía incorporando el aprendizaje social como causa. Algunos investigadores pusieron énfasis en las experiencias tempranas de condicionamiento. De esta manera, los ofensores recordarían sus experiencias sexuales iniciales y estas fantasías podrían adquirir propiedades sexuales de excitación.

En el modelo sistémico, el abuso sexual es visto como producto de un sistema familiar problemático, donde cada uno de sus miembros contribuye de alguna manera para que se produzca la agresión.

Como estos modelos mencionados no fueron suficientes para explicar los diferentes tipos de abuso sexual, se adoptaron otros modelos más amplios que tienen en cuenta diversos factores y abarcan tanto al abusador como a la familia y a la sociedad. Entre las teorías o modelos multifactoriales se mencionan:

El modelo multisistémico, que identifica cuatro sistemas que se relacionan a la probabilidad de que ocurra el abuso sexual, y son:

  • Factores socio-ambientales.
  • Factores de la familia de origen del abusador.
  • Factores psicológicos individuales.
  • Factores del sistema familiar.

En 1992 se desarrolla otra teoría denominada modelo cuadripartido, en el que se organizan los elementos propuestos en modelos previos. Además, plantea que dependiendo del tipo de agresión sexual se encontrarían con mayor o menor fuerza como factores motivacionales, la combinación de factores fisiológicos, cognitivos, afectivos y de personalidad.

En la década de los 80 se desarrolló un modelo para organizar las diversas y hasta opuestas teorías y resultados mencionados en la literatura. Este modelo, denominado de los Cuatro Factores o de las "Cuatro precondiciones del Abuso Sexual", fue desarrollado por David Finkelhor, sociólogo norteamericano.

Este modelo establece que para la ocurrencia de una situación de abuso se debe cumplir con las siguientes precondiciones:

Precondición I. Motivación: la persona que abusa posee una motivación ya sea por experiencias traumáticas de la infancia o por incapacidad de relacionarse con otras personas adultas.

Precondición II. Bloqueo de los inhibidores internos: todas las personas poseen una serie de inhibidores, denominada conciencia moral, auto control, etc., que impiden la ejecución de ciertos actos; sin embargo, éstos pueden ser bloqueados por ciertos desinhibidores como el alcohol, drogas, impulsos violentos que contribuyen a precipitar la acción

Precondición III. Bloqueo de los inhibidores externos: pueden servir como bloqueadores externos la sanción social, la represión judicial, la acción de la familia y la comunidad; la falla o ausencia de estos sistemas puede favorecer la presencia del abuso sexual

Precondición IV. Vulnerabilidad: Finkelhor plantea que no es suficiente la presencia de las tres precondiciones anteriores si el ofensor no tiene acceso a una persona que sea vulnerable.

Un niño/a es vulnerable cuando:

-Carece de información sobre el abuso.

-Vive aislado y no tiene posibilidad de comunicación.

-No se le percibe como sujeto de derecho, sino como objeto y propiedad de sus padres o de los adultos con quienes se encuentra en relación de dependencia.

Si bien ciertos autores ponen énfasis en factores unitarios, actualmente la tendencia es considerar la perspectiva multifactorial que permite considerar el abuso sexual infantil como un fenómeno complejo donde entran a jugar diversas variables asociadas. Si estos modelos pudieran ser desarrollados especificando los factores causales permitiría también desarrollar programas de prevención e intervención mucho más efectivos.

Lo último que se ha adoptado es un sistema de trabajo a través del modelo ecológico – ecosistémico donde el trabajo no es con el niño a solas, sino con toda su red social.

Cada tipo de maltrato implica una especificidad que contempla estrategias e intervenciones. Cuando se sospecha un abuso sexual infantil se evalúan las medidas protectoras, donde el programa es parte de un engranaje con lo judicial.

Se realizan Tratamientos grupales, para reducir el aislamiento:

-Para niños víctimas de maltrato

-Para niños víctimas de A.S.I.

-Para relaciones vinculares

-Para ofensores

Consecuencia de esto el modelo ecológico ecosistémico abarca no lo solo lo individual, sino también el microsistema, el exosistema y el macrosistema.

El micro sistema incluye al individuo con toda su red familiar, el exosistema contiene al mismo, más las redes sociales, como los sistemas de salud, el sistema judicial, el sistema educativo, el sistema policial, la organizaciones comunitarias, la iglesia y el trabajo y todo esto inserto a su vez en el Macrosistema, que nos contiene a nivel nación y como parte del mundo planetario que vivimos.

Claves para entender la dinámica relacional

Las creencias: Podemos poner en primer lugar a la estructura familiar patriarcal, esto implica el desequilibrio de poder, la responsabilidad, la atribución de roles y que condiciona la opresión y sumisión de mujeres y niños. La cultura patriarcal, como otras ideologías autoritarias, es un modelo de relaciones basado en el control de los más fuertes sobre los más débiles, legitimando las diferentes formas de violencia que encontramos en las familias sustentadas en creencias ideológicas. Aquí se conforma una estructura relacional cuyo estilo de relaciones es el abusivo (sistemas abusivos), en la cual el abuso sexual se produce como un abuso de poder, abuso que es naturalizado y se mantiene en un contexto de silenciamiento de las personas abusadas, que no les permite romper el circuito abusivo.

El secreto: La base de estos sistemas abusivos es el secreto, el silencio en relación a la situación de abuso, que es el que permite que el sistema se perpetúe sin que terceros puedan intervenir para romper el circuito abusivo. Garantiza la impunidad del abusador y refuerza las creencias y percepciones de la hija y de la madre de sí mismas y una de la otra (baja autoestima, culpa, responsabilidad). El secreto se mantiene por una serie de elementos de la dinámica familiar (poder del adulto, seducción, hechizo) pero también sustentado en contextos sociales y culturales que lo mantienen y consolidan (redes de silencio, de invisibilización, de impunidad). Estos contextos generan discursos que justifican al abusador y culpabilizan a la víctima, e invisibilizan el problema. Llevando a las victimas a la falta de información sobre sus derechos.

Aislamiento: el aislamiento social de la familia y de cada uno de los miembros dentro de ella, como consecuencia del secreto de cada uno, es un mecanismo que impide el cambio, restringe las oportunidades de interacción y la proximidad emocional.

Emociones: hay anestesias de las emociones, no registro o emociones cambiadas

Otro mecanismo importante es el de la disociación (emoción-pensamiento-acción)

El rol del operador: mantienen, a veces, a la victima en su papel de victima, no cree en sus recursos y capacidades y no favorece muchas veces a construir un proceso de cambio.

Todos estos mecanismos sostienen la perpetuación del secreto y el aislamiento emocional, y por lo tanto contribuyen a la invisibilización del abuso.

Modelo de intervención

En primer lugar, un modelo de intervención coherente con la concepción ecosistémica debe plantearse actuar en los diferentes niveles tanto individual, micro, exo y macro sistémico.

Basado en un modelo de salud mental centrado en las competencias más que en los déficit. Para lo terapéutico esto implica una orientación centrada en las fortalezas psicológicas o competencias. Más que remedar fallas se trata de favorecer y fortalecer las condiciones que faciliten el desarrollo de las potencialidades.

El modelo básico de intervención es el de incrementar la interacción entre las redes sociales y las redes primarias -familiares, amigos- donde:

1. Primero se debe asegurar la protección de la victima

2. Favorecer la reestructuración de la ecología familiar

3. Debe haber un vinculo estrecho con el poder judicial, el sistema educativo y el sistema de salud

4. En la medida de lo posible se deben constituir redes protectoras para los cuidadores para prevenir el burnout (desgaste físico y mental del operador actuante).

5. El operador debe recibir entrenamiento para adquirir habilidad y destreza en el trabajo con familias abusivas

6. Debe primar no tanto la información, aunque esta sea fundamental, sino más la empatía y el entrenamiento vivencial, donde se movilicen emociones y revisen creencias personales.

7. Por sobre todas las cosas como interviniente psicosocial no dejarse abusar, porque si lo permitimos estaríamos reproduciendo los abusos de poder, en la que están insertan las victimas del abuso sexual.

La persona del abusador

Cuando se trata de describir las características de la persona que abusa sexualmente de niños o niñas, generalmente se habla en términos masculinos porque se ha trabajado mucho más en la descripción de la personalidad de los ofensores varones: esto se debe a que el 95 a 99 % de los abusos sexuales son perpetrados por hombres.

Si bien se conoce la existencia de ofensores femeninos, los pocos estudios realizados indican que en los abusos sexuales perpetrados por las mujeres, éstas presentan un marcado grado de psicosis. Pero actualmente se esta viendo un marcado aumento de abusadores femeninos.

Tres posibles perfiles diferenciados de abusadores sexuales:

La conducta es producto de una compulsión/adicción sexual

Abusadores sexuales estructuralmente perversos o paidofílicos

Los abusadores sexuales enfermos psiquiátricos con una marcada desinhibición sexual, como puede haber en algunos casos de psicosis

Para el entendimiento de que es una compulsión/adicción sexual Goodman (1997), entre otros, propuso una simple definición de adicción sexual, que facilita los diagnósticos preliminares de un desorden adictivo. Para él, la adicción es definida como una condición en la cual un comportamiento -que puede funcionar para producir placer y aliviar sentimientos dolorosos-, es empleado en un patrón que está caracterizado por dos rasgos claves:

1) Recurrente falla en el control del comportamiento.

2) Continuidad del comportamiento a pesar de las consecuencias sig­nifi­cativamente destructivas.

Hipotetizando entonces que:

“La adicción sexual es una forma de comportamiento sexual cuyo patrón característico es la falla en el control del comportamiento sexual, a pesar de las consecuencias significativamente destructoras para la persona que la padece y para los demás...” [2] (Goodman, A. 1997 p. 17)

Uno de los pioneros en la investigación sobre el tema de las adicciones sexuales, diferenció varios niveles de adicción sexual, tales como:

Nivel 1: Aquellos que son mejor tolerados socialmente, como la masturbación compulsiva, relaciones sexuales, tanto heterosexuales como homosexuales, anónimas en forma compulsiva o no, pornografía, prostitución.

Nivel 2: Aquellos suficientemente riesgosos como para garantizar severas sanciones legales tales como exhibicionismo, voyeurismo, llamadas telefónicas indecentes y vandalismo sexual (consiste en rápidas e inapropiadas caricias que pueden ser denominadas “pequeñas violaciones”).

Nivel 3: Abuso sexual infantil e incesto, violación y violencia sexual[3]

Estadísticas recientes indican que en el 44,3 % de los delincuentes sexuales, en tratamientos personales, se incluyen en el ciclo adictivo propio de los adictos sexuales. (Earle & Earle, 1995). Ciertamente hay que considerar que no todos los delincuentes sexuales son adictos ni todos los adictos sexuales son delincuentes, sin embargo, dada la proporción de delincuentes sexuales, podríamos especular preguntándonos por qué los tratamientos para esta población no incluyen modelos de adicción como otras modalidades terapéuticas.

Siendo importante también considerar que a partir de estudios clínicos realizados a 1000 adictos sexuales, Carnes observó que el 72% de los mismos estuvo expuesto en su infancia al abuso físico, el 97% al abuso emocional y el 81% al abuso sexual. (Carnes & Adams, 2002 p.126).

Disociación, Abuso Sexual Infantil y Adicción sexual

En la actualidad es ampliamente aceptado que la disociación y el abuso sexual infantil son dos fenómenos que están estrechamente vinculados, aunque no siempre ha sido así. Ambos temas captaron gran atención a finales del siglo XIX, quedaron relegados durante prácticamente todo el siglo XX, y fueron objeto de renovada atención en las últimas décadas del siglo XX. Con el correr de los años, el abuso sexual infantil ha llegado a considerarse un factor etiológico común en el desarrollo de la sintomatología disociativa; esta hipótesis cuenta con el respaldo, fecundo, de un cuerpo de literatura empírica.[4]

La literatura dedicada a las dificultades que sufren los sobrevivientes adultos al abuso sexual infantil es escasa, pero existe. Las dificultades de índole sexual identificadas en las mujeres suelen ser disfunción sexual, ansiedad en relación al sexo, flashbacks provocados por la actividad sexual y disociación durante los encuentros sexuales.[5]

Las investigaciones empíricas revelan consistentemente que la mayoría de los sobrevivientes del abuso sexual infantil tienen dificultades en el ámbito de las relaciones sexuales y la intimidad. En una llamativa investigación que compara a diversos sobrevivientes de abuso sexual, físico y emocional durante la infancia, se encontró que los problemas sexuales son mucho más frecuentes en los sobrevivientes de abuso sexual que en otras formas de abuso infantil. (Briere & Runtz , 1990).

Una posible explicación de la limitada exploración de este tema es que, en vista de que los sobrevivientes de abuso sexual infantil que recurren a la terapia a menudo enfrentan problemas más urgentes y potencialmente peligrosos, la adecuación sexual parecería tener menor prioridad. Frecuentemente los pacientes con historia de abuso sexual infantil presentan varias y graves dificultades, como por ejemplo distrés intenso y frecuente, autoagresión y otras formas de conducta autodestructiva y disociación grave que restringe la capacidad de mantener el sentido de continuidad y concentración en el aquí y ahora. En comparación con problemas de tal magnitud, desarrollar una vida sexual gratificante puede parecer una preocupación trivial, en especial si se tiene en cuenta que la consecuencia del abuso sexual infantil en la conducta sexual más habitual es la evitación.

Sin embargo, la observación clínica indicaría lo contrario, ya que gran parte de los sobrevivientes del abuso sexual infantil refiere involucrarse en patrones de conducta sexual en forma repetida y persistente, a pesar de que eso conlleve consecuencias altamente negativas (Briere & Elliott, 1994; Courtois, 1988). Otras investigaciones empíricas, por su parte, indican que la participación en conductas sexuales riesgosas e impulsivas está asociada a los antecedentes de abuso sexual infantil.[6]

En un programa de tratamiento ambulatorio de sobrevivientes de abuso sexual infantil realizado por un centro de salud mental de una comunidad (Resolución e Integración del Trauma, TRIP, por sus siglas en inglés), destinado principalmente a pacientes de bajos recursos, muchos de los cuales son desempleados o discapacitados. Se observó que algunos patrones de conducta sexual, descriptos por los sobrevivientes, son recurrir a prostitutas, tener encuentros sexuales anónimos con desconocidos encontrados en la calle o lugares públicos y pasar horas gastando enormes sumas de dinero en clubes de stripers o sitios pornográficos en Internet. No es esto lo que define tales conductas como adictivas o compulsivas. Lo que convierte en problemáticas estas actividades y, por lo tanto, lo que las identifica con instancias de adicción sexual, es que se realizan repetidas veces pese a que se sabe que hubo consecuencias negativas en ocasiones anteriores o que probablemente las habrá luego. El costo de tales conductas es la pérdida de la relaciones primarias cuando son descubiertas, el gasto de tanto tiempo y dinero que el empleo y la estabilidad económica se ven resentidos, y el riesgo de contraer SIDA u otras enfermedades de transmisión sexual por falta de protección. Esto último pone en evidencia que la adicción sexual puede ser tan nefasta como la automutilación, un fenómeno que se asocia con más frecuencia al abuso sexual infantil.

Los hombres, tanto los sobrevivientes de abuso sexual infantil como los que no han sufrido tal experiencia, suelen tener patrones de adicción sexual más a menudo que las mujeres. Sin embargo, son más comunes en quienes sí tienen antecedentes de abuso sexual infantil. Siendo conservadores, calculamos que más de un 70% de los hombres sobrevivientes de abuso sexual infantil reconocen en terapia que tuvieron conductas de adicción sexual en ciertos períodos. Aunque la proporción de mujeres sobrevivientes de abuso sexual infantil que dicen sufrir de adicción sexual es menor, este problema de ninguna manera les es desconocido. Como ya se señaló anteriormente, la literatura dedicada al abuso sexual infantil y la disociación se concentra en las mujeres, a punto tal que la existencia de hombres en estos grupos es ampliamente ignorada (Gill & Tutty, 1999). Aunque los hombres posiblemente sean minoría, no por ello dejan conformar una significativa porción de los sobrevivientes de abuso sexual infantil.[7] Probablemente el hecho que la adicción sexual es más habitual en los sobrevivientes hombres que en las mujeres y que los sobrevivientes hombres suelen ser ignorados contribuya a que la adicción sexual prácticamente no haya sido abordada en la literatura sobre el abuso sexual infantil.

De acuerdo a lo expresado no debemos dejar de considerar entonces que los adictos sexuales sufran de un alto porcentaje de factores disociativos tales como: la falta de conciencia sobre los aspectos destacados de los patrones de conducta de adicción sexual, aún cuando las conductas son repetidas, pobres recuerdos de los incidentes de adicción sexual aunque sean recientes, conciencia borrosa durante las actividades de adicción sexual y sensación de que la conducta está sucediendo automáticamente sin que medie control conciente. Esta inferencia cuenta con el respaldo empírico de una investigación que reveló que a 20 de entre 31 auto-identificados como adictos al sexo en tratamiento con internación y evaluados con la Entrevista Clínica Estructurada para los Trastornos Disociativos (SCID-D, por sus siglas en inglés) se les diagnosticó un trastorno disociativo.(Griffin-Shelley, Benjamín y Benjamín, 1995).

Continuando con los posibles perfiles de personalidad acerca de la figura del abusador se puede decir que las investigaciones realizadas presentan un acuerdo al señalar al abusador masculino como una persona con una variedad de problemas interpersonales y una variedad de problemas sexuales, sin embargo, no se ha encontrado una descripción única que permita identificar al abusador con características claras y reconocibles.

En este sentido se han encontrado un conjunto de elementos que se hallan asociados a la figura del abusador y que han sido recogidos de los estudios realizados. El análisis de dichos elementos nos permitirá tener una idea de las características encontradas en la mayoría de los ofensores. Las características identificadas se pueden resumir en:

o Historia personal: es el primer elemento en el cual, la presencia de abusos físicos y/o sexuales en la infancia, relaciones familiares extremadamente rígidas y distantes, así como la carencia de un ambiente familiar de cuidado y afecto pueden generar conductas abusivas en la vida adulta

o La personalidad: en cuanto a las características de la personalidad, hay bastante inconsistencia en los estudios realizados. Mientras algunos investigadores definen a los abusadores como pasivos, ineficaces, inadecuados, introvertidos, otros trabajos los describen como dominantes, autoritarios y controladores. La mayoría de los ofensores no muestran una patología severa, se los describe más bien como sociópatas.

o El poder: el elemento de poder es muy importante, ya que el abuso sexual infantil tiene en su origen una estructura igual a la que se da en los casos de mujeres golpeadas o violadas. El proceso de socialización y el modelo masculino que la sociedad sigue priorizando conduce a los hombres a mantener ciertos privilegios que les permiten dominar y someter al otro; también les permiten creer que las mujeres y los niños les pertenecen. Por tanto, pueden usar su cuerpo para su placer o para descargar su enojo.

o Clase social: a menudo suele mencionarse la clase social asociada a las características del abusador. Se debe partir de la base de que los abusadores provienen de toda clase social, de cualquier raza, del medio rural o urbano, de cualquier profesión. Si bien las denuncias provienen en su mayoría de las clases socioeconómicas pobres, se debe tener presente que los ofensores de clases sociales más altas poseen más recursos para eludir la detección y la denuncia.

o Alcohol y drogas: el consumo del alcohol y las drogas es un tema muy debatido. Un punto de vista es el que plantea que los abusadores justifican su comportamiento inadecuado por el uso de alcohol y drogas como una forma de no asumir su responsabilidad en el hecho.

o Problemas maritales: la asociación entre los conflictos conyugales, problemas de comunicación en la pareja, incluida la violencia y la ausencia de la pareja durante tiempos considerables aumentan las probabilidades de abuso sexual infantil por parte de adulto o progenitor abusivo.

o Confusión de roles: el último elemento que se puede mencionar es la confusión de roles, por ser un rasgo típico que comparten todos los abusadores. En este caso la prioridad para el adulto son sus propios intereses en detrimento de los intereses del niño/ a. Éstos son concebidos como objetos que sirven para satisfacer la necesidad del adulto. Se supone que tanto las niñas como los niños deben cumplir todos los roles incluso el sexual, así sirven para compensar frustraciones, carencias o solucionar conflictos que el adulto está viviendo.

La intervención legal, es necesaria, porque ubica el problema en lo público, y trae a escena el lugar de la ley. Pero no es suficiente, y si sólo se hace la denuncia, esto muchas veces genera más complicaciones que beneficios. Junto con la denuncia se debe asegurar una continuidad en la intervención y colaboración mutua entre la justicia y la salud, acompañado de:

-Contención y seguimiento a todos los miembros de la familia

-Contacto y asesoramiento a los magistrados

-Tratamientos rehabilitadores tanto a las victimas como a los victimarios.

Si bien no alcanza con penalizar es necesario algún tipo de sanción para dejar asentado claramente que es una violación a los derechos humanos.

Es muy difícil borrar las huellas dejadas por experiencias de abuso sexual, pero se cree imprescindible la reparación aunque ésta sea parcial, de los daños ocasionados, y esto no solo para ayudar a la/el abusada/o sino como forma de interrumpir el ciclo transgeneracional de la violencia. Es necesario intentar terapias que se adecuen a esto (individual, de grupo y/o familiar), en los distintos momentos de la intervención.

Si queremos incidir, en el sentido de parar este fenómeno de abuso sexual, no alcanza con penalizar al culpable, no alcanza con parar el abuso, no alcanza con la terapia individual o de grupos, no alcanza sólo la terapia familiar; todo eso es necesario.

En cuanto a las terapias, es necesario intentar el trabajo con todos los miembros de la familia, incluido el abusador. Esto no quiere decir todos juntos o todo en el mismo momento. Pero sí que el incluir a todos, es lo que da más garantías de un cambio estructural y de detención del ciclo. Porque siempre hay alguna posibilidad de cambio. Los abusadores, salvo que tengan un cuadro patológico bien estructurado (que no es lo mas frecuente), no son una excepción, y si bien no son muchos los que entran en un proceso terapéutico, siempre hay que intentarlo.

De todo esto se desprende que la prevención es un punto fundamental. Es importante como actores no dejarnos abusar, sino estamos reproduciendo circuitos de violencia. Si no interactuamos respetando las diferencias, con escucha y respeto del otro como persona, estamos generando contextos que facilitan el abuso y la negación de la persona (también si abusamos de nuestro lugar como profesionales, etiquetando, psiquiatrizando, tanto al abusador como a la victima). Hacer prevención no es sólo diseñar y efectuar programas, campañas, talleres, sino mirarse a sí mismo y revisar continuamente qué mensajes y modelos trasmitimos y mantenemos con nuestro accionar. Y esto, porque como vimos, es fundamental cambiar, y no reproducir, el modelo transaccional de abuso de poder.

Proceso De Intervención

A) Intervención individual

-1º momento: detección del abuso sexual infantil:

En niños/as menores de 7 años

  • Presencia reiterada de lesiones cutáneas <>
  • Presencia reiterada de fractura <>
  • Dificultad para andar o sentarse, dolor, picazón en la zona genital
  • Falta de higiene, retraso en el crecimiento e infecciones recurrentes
  • Se niega a la higiene de sus genitales
  • Desconfianza hacia el adulto, apatía hacia sus progenitores
  • Frialdad, menosprecio, rechazo verbal y desvalorización hacia el niño por parte de sus progenitores
  • Agresividad, miedo, tristeza, aislamiento
  • En los niños varones todo se exacerba, por miedo al estigma de homosexualidad
  • Marcada regresión a estadios anteriores, como no controlar esfínteres
  • Pérdida del apetito
  • Baja o disminución de su rendimiento escolar

En Escolares

*Cambios bruscos en el rendimiento escolar

*Problemas con la autoridad

*Mentiras

*Fugas del hogar

*Delincuencia

*Coerción sexual hacia otros niños/as

*Excesiva sumisión al adulto

*Quejas somáticas (cefaleas y dolores abdominales)

*Sobreadaptación y seudomadurez

En Adolescentes

En adolescentes tanto mujeres como varones, a algunos de estos indicadores ya no nombrados, se le suma los de embarazos y el estigma de la sociedad en su conjunto, en consecuencia se incrementa el miedo a “Hablar”. Pudiendo darse:

-Incremento de conductas de riesgo
-Consumo de alcohol y drogas
-Síntomas depresivos

-Promiscuidad Sexual

-Coerción sexual hacia otros niños/as

-Delincuencia

-Conductas autoagresivas

-Intentos de suicidio

-Excesiva inhibición sexual

-Trastornos disociativos

-Anorexia y bulimia

-2º momento: Recabar información

L Brindar a la victima la posibilidad de “Hablar” sobre lo sucedido. Esto reduce el impacto del evento traumático (ENOJO, RABIA, DOLOR). En niños pequeños intervenir a través del juego

J Quién, como, donde, qué tan violento, cuales métodos coercitivos se utilizaron, donde estaba el resto de la familia cuando ocurrió el hecho, cuantas veces y por cuanto tiempo ocurrió, cómo se sintió, a qué le teme en este momento. Si recurrió anteriormente alguna institución, cual y que profesionales intervinieron. Se recomienda que el mismo no sea en forma de interrogatorio.

-3º momento: preparación para los procesos médicos y judiciales

B) intervención familiar

-idem 2º y 3º momento realizado al abusado.

Recomendaciones:

I Jamás posponer la intervención médica, ni judicial por menos grave que parezca el hecho

I recolección datos no debe ser un interrogatorio

I No se debe culpar a la victima, ni al progenitor o persona que se hizo cargo

I Se recomienda que los padres sean entrevistados por separado

I Explicarle que el que cometió el hecho debe ser castigado, para que se sienta protegido

I Lo peor que puede pasar es que no crean en su palabra

Es Importante Saber:

“violación es la forma extrema de abuso sexual el abuso sexual a veces se da por años”

Características fundamentales que debe tener el rol del operador

I Sensibilidad, calidez, simpatía

I Habilidad para manejar emociones propias y/o de los Involucrados como rabia, ira, ansiedad, miedo, angustia, Tristeza

I Capacidad de liderazgo que le permita tomar decisiones y actuar en la comunidad

I Haber sido entrenado y capacitado para intervenir en casos de abuso sexual

I Poseer información acerca de las instituciones y servicios existentes para derivar

Pautas generales de prevención

nLograr que los niños/as adquieran seguridad y autoestima. Los niños menos propenso al abuso son los de más alta estima

nEvitar todo modo de agresión (ej. tirar el pelo, o golpear la cabeza)

nTratar cotidianamente el concepto de derecho. No verlo ni verse como victima de abuso sino como alguien cuyo derecho ha sido violado (s/convención ONU)[8]

nHablar con precisión sobre lo que es el abuso sexual

nEducarlos en el respeto por el cuerpo “mi cuerpo es mi territorio”

nEnseñar a reconocer los diferentes tipos de caricias

nAprender a decir No

nEnseñarles que hay secretos que no pueden quedar como secretos, por ej.: que alguien quiera acariciar sus partes íntimas

nLos niños deben saber que hay personas que lo aman y lo protegen

CONCLUSIÓN

Cada día sabemos más acerca del abuso sexual intrafamiliar, así como cada día sabemos más acerca de su prevención, pero aún así sigue siendo insuficiente mientras no realicemos una mirada más amplia.

El abuso se sostiene tras un sistema de poder, un secreto, una creencia. En la medida que todos nos hacemos cómplices de esto, vamos sosteniendo este sistema abusivo. Por este motivo se hace imprescindible, el trabajo en la rehabilitación y reintegración de los jóvenes agresores, el conocimiento acerca de sus diversos perfiles; el aumento de trabajo en redes, donde se debe priorizar el trabajo interdisciplinario; una estrecha comunicación, tendiendo a la eficacia y eficiencia, entre los sistemas individuales, el microsistema familiar, el exosistema conformado por la sociedad en su conjunto y al macrosistema a nivel tanto país como mundo que nos alberga.

Porque la ley del silencio es lo que lo sostiene y lo perpetua en el tiempo. Porque la lealtad invisible es lo que lo impulsa a repetirlo y transmitirlo trans-generacionalmente.

En esta ley del silencio entramos todos, en la medida que ignoramos o no comprendemos este vinculo invisible.

Para romper este silencio necesitamos más el trabajo en redes y del trabajo interdisplinario. No solo un trabajo de contención a las victimas, sino también tratamientos rehabilitadores para los victimarios”.

BIBLIOGRAFIA

  • Asociación Colombiana del Menor Maltratado Intervención en casos de abuso sexual en estado de crisis. (1996) Protocolo de atención a la niñez maltratada. Colombia.
  • Anderson, G., Yasenik, L., & Ross, C.A. (1993). Dissociative experiences and dirsorders among women who identify themselves as sexual abuse survivors. Child Abuse & Neglect, 17, 677-687
  • Blanchard, G. T. “Differential diagnosis of sex offenders: Distinguishing characteristics of the sex addict”. American Journal of Preventive Psychiatry and Neurology; 1990; Volumen 2, Nº 3, pp. 45-48.
  • Brenes Rosales; Grillo, R.; R., Milena de Fundación Panjamor (1996)"Violencia y abuso contra personas menores de edad" San José Costa Rica.
  • Briere, J. N., & Elliott, D. M. (1994). “Inmediate and longterm impacts of child sexual”. The future of children, 4, 54-69.
  • Brieri, J. Evans, D. Runtz, M, & Wall, T. (1988). “Symptomology in men who were molested as children: A comparison study”. American Journal of Orthopsychiatry, 58, 457-561.
  • Briere, J., & Runtz, M. (1990). “Differential adults symptomalogy associated with three types of child abuse histories”. Child Abuse & Neglect, 14, 357-364.
  • Browning, C.R., & Laumann, E.O. (1997). Sexual contact between children and adults: A life course perspective. American Sociological Review, 62, 540-560.
  • Cavaiola, A.A., & Schiff, M. (1988). Behavioral sequelae of physical and/or sexual abuse in adolescents. Child Abuse & Neglect, 12, 181-188.
  • Carnes, Patrick J. Out of the Shadows, understanding Sexual Addiction, Minneapolis by CompCare Publishers; 1983.
  • Carnes, Patrick J. Contrary to love, Helping the Sexual Addict, Minnesota, previously published by CompCare Publishers; 1989.
  • Carnes, Patrick J. Don’t call it love: Recovery from sexual addiction New York: Bantam Books. 1991a
  • Carnes, Patrick J. “The Presidential Diagnosis”. Sexual Addiction & Compulsivity: The Journal of Treatment and Prevention; 1998; Volumen 5 Nº 3, pp.153-158.
  • Carnes, Patrick J. and Kenneth M. Adams. Clinical Management of Sex Addiction. 1era. Ed. New York by Brunner Routledg; 2002.pp 361-375
  • Carnes, P., & Delmonico, D. “Childhood Abuse and Multiple Addictions: Research findings in a sample of self-identified sexual addicts”. [Versión electrónica]. Sexual Addiction & Compulsivity: The Journal of Treatment and Prevention. 1996; Volumen 3 Nº 3, pp. 25-268. Recuperado el 14 de Febrero del 2004 http://www.tandf.co.uk/journals/titles/10720162.asp
  • Carnes, P., & Delmonico, D. (1996) Sexual dependency inventory-revised. Mineapolis, MN: positive Living Press.
  • Carnes, P. J.; Nonemaker, D. & N. Skilling.(1991b)“Gender Differences in Normal and Sexually Addicted Populations”. American Journal of Preventive Psychiatry and Neurology; Volumen 3, pp.16.23.
  • Carnes, P. J., Delmonico, D. L., & Griffin, E. J. (2001) In the Shadows of the net: Breaking free from compulsive online sexual behavior. Center City, MN: Hazelden Foundation.
  • Chu, J.A., & Dill, D.L. (1990). “Dissociative symptoms in relation to childhood physical and sexual abuse”. American Journal of Psychiatry, 147, 887-892
  • Coleman, E. Sexual compulsion vs. sexual addiction: the debate continues In SIECUS Report, 1986, volumen 31 Nº 5, pp. 7-11.
  • Coleman E.(1987) “Sexual compulsivity: Definition, etiology and treatment considerations”. In Chemical Dependency and Intimacy dysfunction. Ed. E. Coleman New York: Haworth Press; pp.189-204.
  • Coleman, E. (1990) “The Obsessive-Compulsive Model for Describing Compulsive Sexual Behavior”. American Journal of Preventive Psychiatry and Neurology; Volumen 1 pp. 9-14.
  • Coleman, E. (1992). Is your patient suffering from compulsive sexual behavior? Psychiatric Ann. American Academy Of Child And Adolescent Psychiatry, 1992, volumen 22 pp. 320-325
  • Convención sobre los derechos del niño aprobada por la asamblea general de las naciones unidas el 20 de noviembre de 1989
  • Dimock, P.T. (1998). “Adult males sexually abused as children: Characteristics and implications for treatmen”. Journal of Interpersonal Violence, 3, 203-221
  • Dhaliwal, G. K., Gauzas, L., Antonwicz, D.H., & Ross, R.R. (1996). “Adult male survivors of childhood sexual abuse: Prevalence, sexual abuse characteristics, and long term effects”. Clinical Psychology Review, 16, 619-639.
  • Earle Ralph H. and Earle Marcus R. (1995) Sex Addiction, Case Studies and Management, Levittown USA, by Brunner Mazel.
  • Finkelhor, David (1980) "Abuso Sexual al menor" México. Ed. Pax México S.A.
  • Fundación Panjamor: "Prevención del Abuso Sexual de los niños. Sugerencias para los padres". San José. Costa Rica.
  • Galdos Silva, S., (1995) “Mi cuerpo es mi territorio”. Pautas de Prevención del Abuso Sexual hacia Niños y Niñas en Movimiento Manuela Ramos. Lima-Perú
  • Garbarino, J y Eckenrode, J. (1999) "Por que las familias abusan de sus hijos". Barcelona: Granica.
  • Gill, M., & Tutty, L. (1999). Male survivors of childhood sexual abuse: A cualitative study and issues for clinical consideration. [Versión electrónica]. Journal of childhood Sexual Abuse, 17 (3), 19-33. Recuperado el 20 de febrero 2004, http://www.haworthpressinc.com/store/product.asp?sku=J070
  • Gold S.N., & Siefer, Robert E. (2004)“Disociación y Adicción /compulsividad sexual: un abordaje contextual a su conceptualización y tratamiento”. Revista de Psicotrauma para Iberoamérica; Volumen 3 Nº 1, pp. 26-29.
  • Goodman, A., (1990) “Addiction: Definition and implications”. British journal of addiction; Volumen 85, pp. 1403-1408.
  • Goodman, A., (1995a) “Addictive disorders: An integrated Approach. Parte I An Integrated understanding” Journal of Ministry in Addiction & Recovery; volumen 2, pp. 33-76
  • Goodman, A., Sexual Addiction: Diagnosis, etiology, and treatment. In: Substance Abuse: A Comprenhensive Textbook, 3rd. ed., edit. J. H. Lowenstein y colaboradores. Baltimore: Williams & Wilkins; 1997; pp. 340-354.
  • Goodman, A., (1998) Sexual addiction: An integrated Approach. Madison, by Copyrighted Material.
  • Griffin-Shelley, E., Benjamín, L., & Benjamín, R. (1995). Sex Addiction and dissociation. [Versión electrónica]. Sexual Addiction & Compulsivity. Journal of treatment and Prevention 2 (4), 295-306. Recuperado el 17 de Febrero del 2004 http://www.tandf.co.uk/journals/titles/10720162.asp
  • Grosman, C.Y Mesterman, S. (1992), "El abuso sexual" en Maltrato al Menor. Ed. Universidad, Buenos Aires.
  • Intebi I. (1998) Abuso Sexual Infantil en las Mejores Familias. Granica. Argentina
  • Kluft, M. P. (1990). “Incest-related syndromes of adul psychopathology”. Washington, DC: American Psychiatric Press.
  • Ley de Violencia Familiar 24.417/94
  • Laws, R. D. (1989) Relapse prevention with sex offenders. New York: Guilford.
  • Maletzky, B. M. (1991) Treating the sexual offender. Newbury Park, CA: Sage.
  • Maltz, W. (1991). The sexual healing journey: A guide for survivors of sexual abuse. New York, NY: Harper Collins.
  • Maltz, W., & Holman, B. (1987). Incest and sexuality: A guide to understanding and healing. Lexington, MA: Lexington Books.
  • McCoy, Diana L.(1987) "The secret a child's story of sex abuse for children ages 4 through 6". Magie Lantern Publications Knoxville.
  • Milner, Joel S y Herce, C. (1994)."Abuso sexual intrafamiliar: Teoría, investigación y tratamiento" Revista de estudio Infancia y Sociedad. Centro de estudio del menor. Madrid. Nº 24. pp. 139-173.
  • Munist, M.; Santos, H.; Kotliarenco M. A., Suárez Ojeda; E. N., Infante F., Grotberg E., (1998) “Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y adolescentes”, OPS/OMS.
  • Pauluzzi, L. (1999) "Violencia Familiar. Comprender y prevenir". Indeso-Mujer; Rosario
  • Peroni G. (2000) Ponencia presentada en el Seminario ”El incesto en la Ley, la ley del incesto” organizado por Foro Juvenil –Programa Faro – Intendencia Municipal de Montevideo, Uruguay, publicada en libro Seminarios: Violencia –Campos de intervención Foro Juvenil; imprenta Creagraf.
  • Roa, A.; Rehnfelat, M., (1998) “Manual para la intervención en caso de abuso sexual de niñas, niños y adolescente”. Asunción. Paraguay.
  • Save the Children, Grupo Europa (1998) “Secretos que destruyen. Cinco Seminarios sobre explotación y abuso sexual infantil”.
  • Wolf, S. C. (1988) “A model of sexual aggression/addiction”. Journal of Social Work and Human Sexuality; volumen 7 Nº 1, pp. 131-148.
  • Web:http://www.litoral.com.ar/index.php/diarios/2006/05/21/metropolitanas/AREA-03.html “Estadísticas nacionales: Una de cada 5 mujeres sufrió algún tipo de abuso sexual”


[1] Milner, Joel y S. y Herce, Cristina (1994) “Abuso sexual intrafamiliar”. Teoría, investigación y tratamiento” Infancia y sociedad Nº 24

[2] Goodman, A. (1990, 1995a, p. 44, 1997 p.17)

[3] Carnes 1991

[4] Anderson, Yasenik & Ross (1993); Chu,. & Dill (1990); Kluft (1990).

[5] Maltz (1988, 1991); Maltz & Holman (1987)

[6] Browning & Laumann, (1997); Cavaiola & Schiff (1988); Dimock (1988)

[7] Briere, Evanz, Runtz & Wall (1988); Dhaliwal, Gauzas, Antonowicz,.& Ross, (1996);

Finkelhor, (1990).

[8] Convención sobre los derechos del niño aprobada por la asamblea general de las naciones unidas el 20 de noviembre de 1989


Lic. Maria B. Romero editado en BOLETÍN ELECTRÓNICO PSICOLOGÍA JURÍDICA.ORG MAYO - JUNIO 2007 ISSN 1692-0759


2 comentarios:

Asociacion Colombiana de Maltratados Anonimos dijo...

Felicitaciones, NOHALAC, nos aunamos a su voz de trabajo fraterno en pos de una mejor educación de las generaciones venideras y hasta donde sea posible intervención en la actual.
Desde Bogotá, Colombia, un saludo cordial.
Edgar León Lozano, Ps.
Asociación Colombiana de Maltratados Anónimos ACMA
http://www.acmaucomed1.blogspot.com/

Lic. Maria Bernarda Romero dijo...

Hola ACMA te saludo desde Argentina. No había visto su comentario por años. Aquí estamos trabajando y sumando esfuerzos. Gracias por su apoyo